La Sociedad

A estas alturas ya sabréis que tanto Juan Bolo como Jorjwbacca no gozaban de una economía muy boyante, así que cada uno aceptaba los contratos que les iban surgiendo. Fue en ese momento cuando apareció en sus vidas una corporación minera, cuyo nombre, por seguridad (la nuestra), no mencionaremos aquí.


Se regía, como casi todas las grandes entidades de la UEE, por la avaricia, el egoísmo y un desmesurado afán lucrativo. Así que urdió un plan para aumentar sus beneficios.

Por un lado contrató a Jorjwbacca, un ex militar, mercenario y sin familia conocida, para que fuera a bordo de un carguero Hull-C, con la misión de proteger un envío de carbón y diamantes.

A Jorjwbacca le pareció que escoltar el cargamento en una discreta Hull-C carbonera sin escolta sería una forma fácil de ganar unos cuantos créditos, así que aceptó. Lo que no sabía era que iba a ser utilizado como cebo en un gran engaño, pues los diamantes no irían en esta nave, sino en otra.


Por otro lado, la corporación, tras investigar a diferentes candidatos, contrató a Juan Bolo, en base a su excelente currículum y a su discreta nave, su querida Aurora. A Juan Bolo le dijeron que iba a transportar material para unos ingenieros de la empresa, pero en realidad eran los valiosos diamantes, lo cual Bolo desconocía por completo.

La Corporación minera, en su inmensa avaricia, siguió con su plan y filtró la información de que la Hull-C, a bordo de la cual iba nuestro mercenario, transportaba un cargamento de diamantes, asegurándose que despertaba el interés de algún grupo pirata que asaltara la nave. De esta forma conseguiría su  maquiavélico doble objetivo, cobrar el seguro por la pérdida del cargamento de diamantes, que supuestamente iba bordo del carguero, y conseguir que el verdadero cargamento de los preciados minerales llegase a salvo a bordo de la Aurora.

El viaje de Jorjwbacca a bordo de la Hull-C transcurría como era de esperar, monótono. A bordo de la nave sólo iban los dos pilotos, en la cabina, y él en el compartimento de carga. Vestido con la indumentaria verdinegra de su antigua unidad del ejército, a las que le había arrancado los parches distintivos, pasaba el rato vaciando y rellenando el cargador de su Behring-CQB.


A Jorjwbacca le gustaban las armas cinéticas, pues lo único que delata la posición del tirador es el ruido, y eso se soluciona con un buen silenciador. En cambio las armas láser, cada vez más populares por su sencillo manejo, dejan un rastro visible y revelador de la posición del tirador. La mayor complejidad de uso de las armas cinéticas tradicionales debido al retroceso, el tiempo de viaje del proyectil y la necesidad de un continuo mantenimiento no suponían un problema para Jorjwbacca, que disfrutaba pasando tiempo con sus herramientas de trabajo. Las armas, al contrario que las personas, hacen lo que se espera de ellas, si las cuidas no te fallan.

Justo cuando municionó el último cartucho del cargador unas luces rojas acompañadas de una estridente alarma sonora inundaron la bodega de carga. Introdujo el cargador en su arma y se dirigió con rapidez a la cabina de los pilotos.

— ¿Qué ocurre? —preguntó sin rodeos Jorjwbacca a los dos pilotos que, presas del pánico, manipulaban a toda velocidad los mandos de la nave.

— ¡Una Retaliator pirata ha aparecido de repente en el radar, muy cerca! —le informó con la voz crispada.


— ¿Han dicho algo? —preguntó de nuevo Jorjwbacca.

— Las comunicaciones funcionan, pero no hemos recibido ningún mensaje —le informó el copiloto.

Jorjwbacca fijó la mirada en la nave pirata, y se dio cuenta de que si habían aparecido justo delante de ellos sin intención alguna de comunicarse es que no querían que salieran vivos de la nave. Antes de que pudiera decirles a los pilotos que desviaran toda la potencia a los escudos delanteros, un misil salió disparado de la Retaliator en dirección a la cabina. Jorjwbacca se lanzó hacia el pasillo, fuera de la cabina, y activó el cierre de emergencia de la misma un segundo antes de que impactara el misil. Una violenta vibración sacudió nave y el ruido del metal retorciéndose se le clavó en los oídos, pero por fortuna el pasillo conservaba su integridad estructural.

Sin duda los pilotos habían muerto con el impacto, así que se dirigió con rapidez hacia el compartimento de carga. Con la cabina destrozada no podía pedir ayuda, por lo que su única opción era sobrevivir al abordaje y esperar que una patrullera de la UEE lo rescatara. Jorjwbacca pensó que teniendo en cuenta que la nave que los atacaba era una Retaliator, los piratas debían de ser seis. Dos se quedarían a los mandos, y el jefe también permanecería en la nave dirigiendo el abordaje. Eso le dejaba tres asaltantes de los que ocuparse.

En circunstancias normales enfrentarse a tres piratas no le preocuparía demasiado, pero la Hull-C era un espacio reducido. le quedaba el pasillo y la bodega de carga para hacerles frente. Descartó el pasillo, pues si los piratas no querían arriesgarse a dañar la carga, era el único punto de entrada viable a la nave. Se puso su traje EVA (extra vehicular activity) para tener protección completa por si las cosas se torcían y, armado con su fusil y su cuchillo de comando, en la parte de atrás del cinturón, se escondió detrás de unas cajas a la espera del abordaje.


La nave pirata se acercó a la Hull-C y, posándose sobre ella, con ayuda de un anillo de atraque, tres piratas entraron en el pasillo del maltrecho carguero. Armados con armas láser, comprobaron que el pasillo estaba despejado, y se dirigieron a la compuerta de acceso a la bodega de carga.

Jorjwbacca observó entre las cajas cómo se abrió la puerta, y los tres piratas con viejas ropas del ejército y chalecos de cerámica para protegerse de las balas y los láseres entraron, repártiendose por la estancia.

Tenía una oportunidad. Se deslizó sigilosamente dos cajas más a su izquierda, y esperó que el primer pirata pasara cerca de él. Si conseguía librarse de uno sin que los otros descubrieran su posición, aumentarían sus posibilidades. Agazapado se colocó el fusil en la espalda, para que no le estorbara, y llevó su mano derecha al cuchillo de combate que llevaba en el cinturón. Controló la respiración y agudizó sus sentidos, escuchando con atención todo su entorno. A sus oídos llegó el ruido metálico de las botas acercándose a donde él se encontraba, y el ligero zumbido que generaba el núcleo generador del arma láser de su enemigo.

Cuando el pirata rebasó la caja donde Jorjwbacca se encontraba, y antes de que su rival pudiera dirigir la mirada a un lado, se abalanzó sobre el pirata poniéndose a su espalda. De una patada golpeó la parte trasera de la rodilla de la pierna de apoyo de su enemigo haciéndole hincar la misma en el suelo, sujetándole el cuello y clavando su afilada hoja en la garganta del desafortunado. Pero en un acto involuntario el agonizante pirata oprimió el gatillo de su arma láser. Un rayo rojizo salió de la boca del arma golpeando de forma inofensiva la pared de la bodega de carga, pero la luz desprendida alertó a sus dos compañeros restantes, que sin mediar palabra abrieron fuego en dirección a su compañero caído.


Jorjwbacca se tiró con rapidez detrás de otro contenedor para cubrirse de la letal furia energética descargada por sus contrincantes. Miró a su alrededor y se dio cuenta, desolado, de que se había quedado en una esquina de la bodega, sin escapatoria alguna. Estaba a merced de los piratas que, con una sola granada, lo harían volar en mil pedazos. Respiró hondo y aguardó su final.

Juan Bolo, sentado en la cabina de su preciada Aurora, ojeaba aburrido el último número de su revista favorita, Bricolaje Aeroespacial, en busca de alguna idea de cómo mejorar su nave sin necesidad de invertir muchos créditos en ella. Se vio interrumpido cuando el piloto automático de su nave le informó de que dos naves se encontraban cerca de su ruta. Dejó la revista debajo de su asiento y usó el escáner de su nave para identificarlas. Las lecturas revelaron que se trataba de un carguero de clase Hull-C perteneciente a una corporación minera, y una Retaliator sin afiliación conocida. Juan Bolo frunció el ceño: "Piratas", pensó.

Con un barrido más exhaustivo del escáner, detectó que había tres personas y un cuerpo sin vida en la bodega de carga. Además de dos maltrechos cadáveres alejándose a la deriva de la cabina,  en la nave pirata había tres personas más. "Eso quiere decir que, dado el estado de la cabina, los cuerpos deben de ser los desafortunados pilotos y por la posición que ocupan las personas de la bodega hay un superviviente, acorralado por el grupo de abordaje, que ha sido capaz de eliminar a uno de sus rivales. La Retaliator tiene capacidad para seis tripulantes asi que dentro de ella tiene que haber otros tres piratas que, debido a las contramedidas electrónicas, no ha detectado el escáner", analizó con detenimiento, sin variar el rumbo para no levantar sospechas.
 Una parte de sí mismo quería pasar de largo, cobrar los créditos por el trabajo y comprar ese nuevo postquemador que había visto en el catálogo de recambios de segunda mano. Pero no podía abandonar a un carguero civil y dejar que los piratas mataran a sangre fría a otro tripulante más.


Con determinación revisó en el HUD de su Aurora el armamento disponible y se dio cuenta que no era suficiente para hacer mella en los escudos de la Retaliator. Pero se le ocurrió un ingenioso plan. Abrió el canal de comunicación con la nave pirata y esperó a que el enlace estuviera listo.

—Aquí nave civil Aurora LN, con código de viaje 300123-L, en ruta comercial ordinaria —dijo, antes de proseguir —No quiero problemas, soltaré la carga en dirección a su nave y proseguiré la ruta pacíficamente —terminó de decir Juan Bolo.

Se escuchó un pitido de transmisión entrando justo un momento antes de que el mensaje de respuesta de la nave pirata sonara en la cabina.

—Así me gusta escoria, gracias por pagar peaje — le contestó entre risas el que debía ser el líder de los piratas.

"Bueno, vamos a jugar", pensó Juan Bolo rezando para que todo fuera según lo había planeado. Si algo salía mal, la nave pirata volatilizaría su pequeña Aurora en cuestión de segundos. Calculó la trayectoria y cuando los datos que vio en pantalla se ajustaron a lo que necesitaba oprimió el botón que soltaba uno de los depósitos modulares de combustible que llevaba. Juan Bolo esperaba que para cuando los piratas se dieran cuenta de que lo que había soltado era combustible, ya fuera demasiado tarde. El combustible fue acercándose poco a poco a la nave pirata y justo cuando calculó que estaba lo suficientemente cerca, activó sus dos láseres delanteros y los descargó sobre el bidón de combustible. La fuerte explosión sacudió las dos naves, que estaban ancladas la una a la otra y el panel de control de la Aurora le mostró que los escudos delanteros de la Retaliator habían caído. De inmediato seleccionó dos de sus misiles Marksman 2 y los disparó contra la nave pirata. El misil impactó bajo el puente de mando con una violenta explosión que hizo saltar la mitad de la nave por los aires. "Espero que la esclusa de descompresión del anillo de anclaje no se haya visto afectado o yo mismo habré matado al tripulante del carguero" pensó Juan Bolo.

Jorjwbacca esperaba que una granada lo hiciera saltar por los aires. Para su sorpresa, vio a través de una ventana de la bodega cómo una pequeña Aurora hacía volar en pedazos la nave asaltante. La violencia de la explosión sacudió la bodega de carga, haciendo que los dos piratas que se disponían a despacharlo perdieran el equilibrio. Situación que no desaprovechó. Se levantó antes que sus rivales y, empuñando su fusil, con una precisión letal, disparó dos tiros a sendas cabezas antes de que pudieran darse cuenta de lo que había sucedido. Cogió aire durante unos segundos y, dirigiendo la mirada hacia la nave que le había salvado el pellejo, mandó una solicitud de comunicación por una línea abierta.

—Al habla Jorjwbacca, tripulante superviviente del carguero comercial Hull-C, o lo que queda de él. No se quién eres, ni cómo lo has hecho, pero te debo una. Y bien grande.

—Al habla Juan Bolo, ha sido un placer. Si te soy sincero, no estaba seguro de que pudieras sobrevivir, pero me alegro de que lo hayas logrado. Como bien sabrás la Aurora es monoplaza, así que soltaré la carga para que puedas viajar en mi modesta bodega hasta la primera estación que encontremos. Ahora te recojo. Cambio y corto.

Y así es como Juan Bolo se ganó la gratitud y lealtad de Jorjwbacca, y nació la sociedad que hoy día conocemos. Por desgracia la corporación minera se quedó sin sus preciados diamantes y los declaró personas non gratas en el sector.
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